Cuando no hay viento, la verdad que la navegación es muy relajada, pero navegar a motor en un barco de vela a mi personalmente me pone mal cuerpo.
Sin embargo en esos días de mar en calma siempre solemos ver delfines y no uno o dos, grandes grupos de más de cien individuos se acercan al barco y navegan con él pegados a su proa o haciendo piruetas por los lados. Recuerdo una noche de luna con la mar como un plato, navegando desde Masnou a la Manga, durante las tres horas que estuve de guardia se puso muy cerca del costado del barco donde iba yo sentado un delfín, que no se separaba un ápice de nosotros. Fue una inolvidable compañía-
A unas seis horas de nuestro destino vimos a lo lejos espuma en el mar, signo evidente de que grandes peces estaban saltando por allí. En breves instantes nos rodeó un enorme grupo de delfines que estuvo jugando con el barco y posando un buen rato.
Al final tanto saltaron que hicieron válido el refrán:
Delfines que mucho saltan
viento traen y la calma espantan
Cuando se fueron, alguien puso en marcha el ventilador de Formentera y las últimas cuatro horas fueron movidas. Es que el mundo, es neutro.
Les dejo algunas fotos y un vídeo que permiten de alguna forma experimentar lo que se siente cuando los delfines te rodean