Sa mar.

Duerme en su ventana para sentirse más próxima a la brisa. Disminuye su sensación de angustia si le abofetea el mar las mejillas. Si ella inhala fuertemente su salitre.


Veloz es como llega la paz a sus entrañas, cuando de fondo él le susurra. La calma, la mece, la duerme entre sus corrientes. Déjala flotar le ordenan los peces. Surca los mares mientras ella duerme. Déjala hundirse chirrían las algas.


Como en una hamaca que nunca pierde su vaivén, así se siente cuando él la protege. Aparentemente inestable y guiado por la dominante Luna.


Sosegada y reposada, acude a su llamada. Inerte ante la duda de si su lugar la corresponde. Las olas consejeras, ayudan al silencio. Silencio blanqueante. Silencio imperturbable.
Blanco, así es como ella quiere verlo todo. Blanco. Blanca es la espuma que brota de sus rugidos, y fuertes los quejidos que ella lastima pensar.


‘Si tu vieras como palmea la ciega de verde. Si tú vieras su sonrisa aún si en ella ver como la miras. Si tu vieras mientras ella no puede ver’


Se parte en dos porque la naturaleza así lo quiso. Porque el agua arrastra lamentos y separa amores. Los bifurca sin dibujar un final común. Lejanía que hiere un destino posible, o una tragedia evitable.


Desde su ventana ella duerme mientras sueña. Cuelgan sus brazos para rozar con sus dátiles el cristal marino. Para sentirse calmada. Para no sentirse sola. Para no sentirse rara.
Pensar es lo que más la atormenta. Su cerebro fustiga constantemente…mientras él, como de costumbre, baila un rato. ¿Cómo hacer para dejarlo suelto? ¿Cómo hacer para saltar tan alto?


‘Si tú vieras como disfruta la ciega de verde. Si tú vieras lo que ella oye. Si tú vieras lo que ella siente.’
Yo vería el mar de frente.