Sa mar.

Duerme en su ventana para sentirse más próxima a la brisa. Disminuye su sensación de angustia si le abofetea el mar las mejillas. Si ella inhala fuertemente su salitre.


Veloz es como llega la paz a sus entrañas, cuando de fondo él le susurra. La calma, la mece, la duerme entre sus corrientes. Déjala flotar le ordenan los peces. Surca los mares mientras ella duerme. Déjala hundirse chirrían las algas.


Como en una hamaca que nunca pierde su vaivén, así se siente cuando él la protege. Aparentemente inestable y guiado por la dominante Luna.


Sosegada y reposada, acude a su llamada. Inerte ante la duda de si su lugar la corresponde. Las olas consejeras, ayudan al silencio. Silencio blanqueante. Silencio imperturbable.
Blanco, así es como ella quiere verlo todo. Blanco. Blanca es la espuma que brota de sus rugidos, y fuertes los quejidos que ella lastima pensar.


‘Si tu vieras como palmea la ciega de verde. Si tú vieras su sonrisa aún si en ella ver como la miras. Si tu vieras mientras ella no puede ver’


Se parte en dos porque la naturaleza así lo quiso. Porque el agua arrastra lamentos y separa amores. Los bifurca sin dibujar un final común. Lejanía que hiere un destino posible, o una tragedia evitable.


Desde su ventana ella duerme mientras sueña. Cuelgan sus brazos para rozar con sus dátiles el cristal marino. Para sentirse calmada. Para no sentirse sola. Para no sentirse rara.
Pensar es lo que más la atormenta. Su cerebro fustiga constantemente…mientras él, como de costumbre, baila un rato. ¿Cómo hacer para dejarlo suelto? ¿Cómo hacer para saltar tan alto?


‘Si tú vieras como disfruta la ciega de verde. Si tú vieras lo que ella oye. Si tú vieras lo que ella siente.’
Yo vería el mar de frente.

el sabor de los holas.

Cuenta la leyenda, que el saludo es lo único en la tierra que no podría negarse a nadie. Ni si quiera a aquel que si se plantea negártelo.

Son muchos los momentos de la jornada en que 2 personas interactúan propiciando de esta forma un saludo. Una sonrisa, una leve mueca de barbilla, e inclusive una mirada alta. Todo vale, mientras se cree un vinculo que consiga que la otra persona se sienta aceptada e incluida en tu circulo vital lejano; pues la gran mayoría no regalan un minuto asonrisado con besos de propina.


Existen aquellos, que cual perros culpables, agachan la cabeza para evitar hasta el contacto visual. Es triste no querer saludar a alguien, cruzarse de acera y hacerse la despistada. Creo que sobretodo el ultimo es el peor de todos, pues fingir que estas distraido te delata siempre con los grandes 'Oh no te había visto' posteriores. En mi caso en particular, el olvido de gafas o lentillas me ha beneficiado en grandes ocasiones, pues le pese a quien le pese hay personas que por desgracia es mejor ni cruzarse.


Seria divertido que todos quisiéramos interactuar con todos, o al menos para mi lo seria, sobre todo en el caso de los desconocidos atrayentes.

Atractivos aparte, hay espécimenes que desprenden una energía particular, y no es su belleza física lo que consigue hacerles apetecibles. En grandes ocasiones he sentido la necesidad de dedicar una muestra de afecto a alguien que me cruzado por primera vez, o con el cual me es propenso encontrarme. Siempre me he planteado su reacción, y por miedo al rechazo me he imaginado la escena en mi humilde cerebro.
No se trata de ligar, ni de fichar a hombres con los cuales tener un affair, o un tórrido romance. En ningún momento he hecho exclusión de sexos.

Yo se, o al menos teorizo sobre ello, que en general la gente siente rechazo hacia lo nuevo y poco usual. Muchos pensarían : ¿y esta porque me sonríe? Seguramente querría acostarme con ellos o me faltaría un riego. Se rechaza la alegría y el optimismo de la gente en su día a día. Dudo que de 10 personas que nos cruzasmos una de ellas sonría sin tapujos por las aceras. Pues si ya es raro observar a alguien feliz por la calle, mas todavía transmitirlo sin buscar nada a cambio.


Entonces ocurre lo de siempre..la gente con luz propia ciega al resto, provocando incomodidad y como respuesta querer fundir todas sus bombillas de un solo soplido.

Siempre se enfadan y siempre acaban separadas. Una en cada esquina, dándose la espalda.

Como si así la distancia fuera más lejana.


Juegan al escondite continuamente. Sin parar. Todo el tiempo. Everytime.

Los bajos de las mesas son sus preferencias y las pelusas sus mantas.


Mis amadas zapatillas de 'andar por casa'. En cierto modo, poco las uso para andar; son casi las marginadas. Las apestadas.

Los calcetines siempre ganan las apuestas, a no ser, que éstas tengan carácter de mamífero.


Una vez escuché decir a un padre muy sabio que la gente las deja mal adrede.

- ' Todo es una conspiración contra la limpieza, y queréis que reine el desorden (dijo retorciéndose su inteligente barba).


¿Pero acaso hay un orden lógico para todo lo que existe?


Cada individuo está repleto de minuciosas manías. A mi, desde siempre, me ha encantado jugar al escondite con la mayoría de mis cosas. Perderlas aun sabiendo que no están perdidas, me crea una sensación de ansiedad que solo provoca excitación por poderlas encontrar de nuevo.


Mi habitación, es un desastre animal. En mi propio desorden encuentro la armonía de mis tesoros. Si alguien, por muy limpio que sea, intenta 'arregarlo' para que al ojo ajeno aparente bello, desmoronas mi mundo con tan solo cambiar el pisapapeles.


Cada uno sabe la consecución de los dígitos de su combinación. Lo que abre las puertas de lo que sería "su propio orden lógico". Quizá tú, que lees esto puedes estar pensando, que ninguno de los párrafos escritos tiene coherencia ni sentido con los anteriores.


Puede que si. O puede que no.

No hay una ley que obligue ni englobe unas pautas para conseguir algo tan recto como el orden. El orden como tal, no existe. Lo que para unos es una acumulación de fotos recortadas sin sentido alguno; para otros, es la imagen genérica de un dolor o una vivencia.


Cabe la posibilidad de que el orden nazca del desorden. Partiendo de la base, que cuando intentas incumplir lo que todo el mundo acepta o cree por estipulado, nace de ti y no de unas reglas marcadas por guiones y estrellas. No sigues una lista con coordenadas que te indiquen.



A veces, cuando lo revuelves todo; tus zapatillas por si solas...acaban juntas ante tus pies.

el Sol de cara, siempre mejor.

Que ocurriría si le dedicase más tiempo a cualquier nimiedad que me da aliento. Lo que en momentos de debilidad pienso que consiste en un sobre esfuerzo, no es más, que el pequeño soplo de viento que agita una hoja para anunciar la Primavera.
La de veces y con la fuerza que deberá soplar el mundo para llamar nuestra atención y avisarnos que a todos les (nos) toca florecer.

Se oyen desde lejos los frutos abrirse al sol, la histeria de la gente por comer carlota y así acelerar su bronceado más irresistible, e incluso las hormonas palmear con los contoneos de las guiri-faldas.

Tiempos de hacer locuras (o eso me susurra mi coherencia): hazte la loca, o mejor SE LOCA sin fingir que te equivocas de papel. Para guiones ya están los escenarios, y ya sabemos, que pocas veces no falta ni una diminuta improvisación.
Igual que bambalinas, las aceras se vuelven imponentes, y las preocupaciones potentes y pornográficas.
Los pasos pesados por la pesada conciencia, de lo debidamente correcto y lo maltrechamente impuesto, gritan por tus tímpanos...pero, ¿que se oye? ¿con qué se me deleita?




'Veo veo, ¿que ves?, una cosita, ¿y qué cosita es?..'
Es inevitable hasta para la bruja de las nieves, que su frialdad no se derrita con cada expresión mellada o moco colgando.

Es lo que tiene esta época, es lo que tiene la maldita Primavera. A algunos les da por estornudar, y a otros, otros más sencillos, les da por la tonta sonrisa, o en su defecto la sonrisa burlona.

contactados.

En esos momentos en los que la cordura se torna locura. En los resquicios en los que la paciencia desencadena desesperación.


Se frotan los nudillos para alimentar el frío; la sensación de polvos de tiza entre las yemas. Algo se trama, algo se crea.


Cual componente de la pieza de un rubick, que encaja a girones, me volteas desde la cintura. A impulsos.


Jugamos a bailar 'contact'.


Tu brazo resbala por mi cadera, parándose en mi vientre.

Cosquilleas mi nuca, para más tarde posarla en tu pecho.


Mi centro es tu centro en estos momentos. En esos en los que mi mente es placentera de un orgasmo musical común.


Va más allá cuando decidimos bailar juntos.


Paso a dos contemporáneo. Paso a dos.


Guiados por el magnetismo. Tiramos el uno del otro para acercarnos constantemente a suspiros.

Correr alejándonos, pero pensando en como volver a juntarnos de nuevo.


Un ron de jambe deseoso de fulminar enroscado en tus piernas. Escondida en el silencio de un cambré.


Cierro los ojos para escuchar tus movimientos. Entrelazo nuestros dedos.

Me detengo entre el hueco de tu tórax, para cantar con tu latir.






Leave me

No es justo que todo lo que me he inventado para sobrevivir tu lo lances contra tu tejado. Me llevó mi tiempo contrastar diversas teorías para conseguir compaginarlas con mis horarios mentales. Ya resulta complicado el no solapamiento de asignaturas. Imagina el encuadre de principios y pilares. Que no flaquee la estructura y todo se venga abajo.
No es justo que en un par de horas acumulables me rajes por la mitad. Que lo creíble lo vuelvas improbable. Y lo invisible pase a ser visible para ojos de visitantes.
Puede que quizá me engañe y que todo sea un escudo barato. Que no sea bronce sino plástico, y se derrita en cualquier paseo.
Caben muchas posibilidades si nos ponemos hablar de mentiras. Mentiras al prójimo, a uno mismo, y al "yo" más supremo que nos acompaña. La supremacía aporta superioridad jerárquica, y si ese misero pronombre carece de propiedad...agarrate los machos.
Pues la necesidad de entendimiento es entendida como necesaria...sin embargo, prefiero sentirme una incomprendida a sopesar de nuevo todo lo creado.

Constancia en la virtud y en mantener la gracia hasta la muerte.

Hace algún tiempo que visitas de manera asidua mi rincón. Entras de puntillas, sin resaltar tus trazos. No intentas captar mi atención al primer intento, pues eres fan del disimulo y placentera al conseguir sobresaltarme.
Sueño con los pies, y desarmo la colcha con la cabeza. Mis ideas confunden mi armario con la salida; y tú mientras tanto, sudas de impaciencia con el calor de mi radiador.
Disfrutas viéndolas acorraladas entre mis camisas, ahogándose de pena junto a mis amuletos y susurrándose las unas a las otras, que esta vez tampoco es la vez que vence.

Cobardía, eres muy cobarde por no dar la cara mientras dudas y temes. Eres egoísta por acaparar mis ideales para más tarde robarles los pensamientos. Si continúas contoneándote, dislocarás al máximo tu falta de valor y ánimo; si yo fuera tú, llamaría de antemano por si no eres bienvenida.


Pero atente a las consecuencias, atente al tesón que tiene un noviazgo con la fuerza de voluntad. Ten en cuenta, que la perseverancia utiliza más sílabas que tu propio nombre vacila.

coincidencias desconocidas.

Te miro de reojo, a sabiendas que tu lo sabes. Confundo la ingenuidad con la tontería, demasiado cercanas en mis momentos de nerviosismo.
Siempre dijeron, que la muchacha de ojos (no se sabe de que color(es)) se rascaba la punta de la nariz cada vez que algo la incomoda. Tú, solo fíjate. A simple vista no posee ningún patrón de conducta. A simple vista esas picotas blancas pasan desapercibidas.
Se escucha una voz al fondo de la sala, es suave, suave y suave; no puede describirse de otra manera. Cuanta variedad de sinónimos pensarán algunos.
Te sigo mirando, y me rió de reojo; solo para que veas mi risa, para que escuches como humedezco mis labios.
Su pelo se mueve al compás del jazz. Dicen, aquellos que la espían, que siempre rompe las servilletas e imita baterías con sus talones.
Muchacho sencillo aquel que la espera sin ni siquiera saberlo; todavía no se ha dado cuenta de que sus latidos van a ritmos acompasados. De vez en cuando sus contratiempos consiguen que giren al mismo tiempo sus cabezas, tarareando sus interiores, tarareando sus inquietudes.
Cada detalle importa (o al menos, eso dice ella).
Dos segundos y su torso se retuerce, él no la mira, que lástima chico suave.
Tres segundos y él se emboba con sus expresiones espontáneas. Atontado cual panoli, remira sus movimientos. Coinciden sus pupilas y sus sonrías.
Al fin y al cabo, cada detalle importa (piensa él en su cabeza).