Hace algún tiempo que visitas de manera asidua mi rincón. Entras de puntillas, sin resaltar tus trazos. No intentas captar mi atención al primer intento, pues eres fan del disimulo y placentera al conseguir sobresaltarme.
Sueño con los pies, y desarmo la colcha con la cabeza. Mis ideas confunden mi armario con la salida; y tú mientras tanto, sudas de impaciencia con el calor de mi radiador.
Disfrutas viéndolas acorraladas entre mis camisas, ahogándose de pena junto a mis amuletos y susurrándose las unas a las otras, que esta vez tampoco es la vez que vence.
Cobardía, eres muy cobarde por no dar la cara mientras dudas y temes. Eres egoísta por acaparar mis ideales para más tarde robarles los pensamientos. Si continúas contoneándote, dislocarás al máximo tu falta de valor y ánimo; si yo fuera tú, llamaría de antemano por si no eres bienvenida.

Disfrutas viéndolas acorraladas entre mis camisas, ahogándose de pena junto a mis amuletos y susurrándose las unas a las otras, que esta vez tampoco es la vez que vence.
Cobardía, eres muy cobarde por no dar la cara mientras dudas y temes. Eres egoísta por acaparar mis ideales para más tarde robarles los pensamientos. Si continúas contoneándote, dislocarás al máximo tu falta de valor y ánimo; si yo fuera tú, llamaría de antemano por si no eres bienvenida.
Pero atente a las consecuencias, atente al tesón que tiene un noviazgo con la fuerza de voluntad. Ten en cuenta, que la perseverancia utiliza más sílabas que tu propio nombre vacila.